Elías

Introducción Elías

Elías  pág. 167

Elías (‘Jehová es mi Dios’). Uno de los profetas más famosos que vivió en el reino del norte (reino de Israel) durante el periodo de la gran apostasía en el reinado de Acab (874-853 a. C.) y de su esposa, Jezabel, quien hizo que la adoración a Baal prácticamente sustituyera el culto al Dios verdadero.

Se hizo famoso a causa de su enfrentamiento en la cima del monte Carmelo con los cuatrocientos profetas de Baal, donde quedó demostrada la superioridad del Dios verdadero.

Después de este acontecimiento, Jezabel decretó su muerte, lo que lo llevó a huir hacia el sur.

Finalmente, Dios lo llevó a encontrarse con Eliseo, quien lo sustituyó en su labor de profeta, ya que Elías fue llevado al cielo sin experimentar la muerte. Volvemos a encontrarlo en el monte de la transfiguración, al lado de Moisés, animando a Jesús para el cumplimiento de su misión.

1 Reyes 17-19

1 Reyes 17

Elías predice la sequía

1 Entonces Elías, el tisbita, que era uno de los habitantes de Galaad, dijo a Acab: «¡Vive Jehová, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, hasta que mi boca lo diga!»
2 Llegó a él una palabra de Jehová, que decía:
3 «Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán.
4 Beberás del arroyo; yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer».

5 Él partió e hizo conforme a la palabra de Jehová, pues se fue y vivió junto al arroyo Querit, que está frente al Jordán.
6 Los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del arroyo.
7 Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.

Elías y la viuda de Sarepta

8 Luego llegó a Elías una palabra de Jehová, que decía:
9 «Levántate, vete a Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a una mujer viuda que te sustente».
10 Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, había allí una mujer viuda que estaba recogiendo leña. Elías la llamó y le dijo: –Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba.
11 Cuando ella iba a traérsela, él la volvió a llamar y le dijo: –Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tus manos.
12 Ella respondió: –¡Vive Jehová, tu Dios, que no tengo pan cocido!; solamente tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en una vasija. Ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo. Lo comeremos y luego moriremos.
13 Elías le dijo: –No tengas temor: ve y haz como has dicho; pero hazme con ello primero una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela. Después la harás para ti y para tu hijo.

14 Porque Jehová, Dios de Israel, ha dicho así: «La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra».
15 La viuda fue e hizo como le había dicho Elías. Y comieron él, ella y su casa, durante muchos días.
16 No escaseó la harina de la tinaja, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por medio de Elías.
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa. La enfermedad fue tan grave que se quedó sin aliento.
18 Entonces dijo ella a Elías: –¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?
19 –Dame acá tu hijo –le dijo él. Lo tomó entonces Elías de su regazo, lo llevó al aposento donde él vivía y lo puso sobre su cama.
20 Luego clamó a Jehová diciendo: «Jehová, Dios mío, ¿también a la viuda en cuya casa estoy hospedado vas a afligir, haciendo morir su hijo?»
21 Se tendió sobre el niño tres veces y clamó a Jehová: «Jehová, Dios mío, te ruego que hagas volver el alma a este niño».
22 Jehová oyó la voz de Elías, el alma volvió al niño y este revivió.
23 Tomó luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, lo entregó a su madre y le dijo: –Mira, tu hijo vive.
24 Entonces la mujer dijo a Elías: –Ahora reconozco que tú eres un varón de Dios y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

1 Reyes 18

Elías regresa a ver a Acab

1 Pasó mucho tiempo, y tres años después, llegó palabra de Jehová a Elías, diciendo: «Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra».
2 Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. En Samaria el hambre era grave.
3 Acab llamó a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso de Jehová,
4 pues cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió en cuevas de cincuenta en cincuenta, y los sustentó con pan y agua.
5 Dijo, pues, Acab a Abdías: –Ve por el país a todas las fuentes de aguas y a todos los arroyos, a ver si acaso encontramos pasto con que conservar con vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.
6 Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino y Abdías fue solo por otro.
7 Cuando Abdías iba por el camino, se encontró con Elías. Al reconocerlo, se postró sobre su rostro y dijo: –¿No eres tú Elías, mi señor?
8 –Yo soy; ve y dile a tu amo: «Aquí está Elías» –le respondió él.
9 Abdías contestó: –¿En qué he pecado para que entregues a tu siervo en manos de Acab para que me mate?
10 ¡Vive Jehová, tu Dios!, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y cuando respondían: «No está aquí», hacía jurar a reinos y a naciones que no te habían hallado.
11 ¿Y ahora tú dices: «Ve y dile a tu amo: Aquí está Elías «?
12 Acontecerá que luego de que yo me haya ido, el espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa. Y cuando yo vaya a dar la noticia a Acab, él no te hallará y me matará. Pero tu siervo teme a Jehová desde su juventud.
13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová, que escondí en cuevas a cien de los profetas de Jehová, de cincuenta en cincuenta, y los mantuve con pan y agua?
14 Y ahora dices tú: «Ve y dile a tu amo: Aquí está Elías «. ¿Quieres que me mate?
15 Elías le dijo: –¡Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy!, que hoy me presentaré ante él.
16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, le dio el aviso, y Acab fue a encontrarse con Elías.
17 Cuando lo vio, le dijo: –¿Eres tú el que perturbas a Israel?
18 Él respondió: –Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, al abandonar los mandamientos de Jehová y seguir a los baales.
19 Manda, pues, ahora a que todo Israel se congregue en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.

Elías y los profetas de Baal

20 Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21 Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: –¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
22 Elías siguió hablándole al pueblo: –Solo yo he quedado como profeta de Jehová, mientras que de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.
23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno; córtenlo en pedazos y pónganlo sobre leña, pero que no le prendan fuego. Yo prepararé el otro buey, lo pondré sobre leña, y tampoco le prenderé fuego.
24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses; yo invocaré el nombre de Jehová. El Dios que responda por medio del fuego, ese es Dios. –Bien dicho –respondió todo el pueblo.
25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: «Escoged un buey y preparadlo vosotros primero, pues sois los más. Invocad luego el nombre de vuestros dioses, pero no le prendáis fuego».
26 Ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía. Decían: «¡Baal, respóndenos!» Pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera; entre tanto, ellos seguían saltando alrededor del altar que habían hecho.
27 Hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: «Gritad con voz más fuerte, porque es un dios. Quizá está meditando o tiene algún trabajo o se ha ido de viaje. ¡Tal vez duerme y haya que despertarlo!»
28 Seguían ellos clamando a gritos, y se hacían cortes, conforme a su costumbre, con cuchillos y con lancetas, hasta que les chorreaba la sangre.
29 Pasó el mediodía y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera ni escuchara.
30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: «Acercaos a mí». Todo el pueblo se le acercó, y Elías arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.
31 Tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo: «Israel será tu nombre»,
32 y edificó con las piedras un altar al nombre de Jehová. Después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
33 Preparó la leña, cortó el buey en pedazos, lo puso sobre la leña,
34 y dijo: «Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña». «Hacedlo otra vez», dijo; y lo hicieron otra vez. «Hacedlo la tercera vez» dijo de nuevo; y lo hicieron la tercera vez,
35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
36 Cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: «Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios, y que tú haces que su corazón se vuelva a ti».
38 Entonces cayó fuego de Jehová y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y hasta lamió el agua que estaba en la zanja.

39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: «¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!»
40 Entonces Elías les dijo: «Apresad a los profetas de Baal para que no escape ninguno». Ellos los apresaron y Elías los condujo al arroyo Cisón y allí los degolló.

Elías ora por lluvia

41 Entonces Elías dijo a Acab: «Sube, come y bebe; porque ya se oye el ruido de la lluvia».
42 Acab subió a comer y a beber. Pero Elías subió a la cumbre del Carmelo y, postrándose en tierra, puso el rostro entre las rodillas.
43 Luego dijo a su criado: –Sube ahora y mira hacia el mar. Él subió, miró y dijo: –No hay nada. Pero Elías le ordenó de nuevo: –Vuelve siete veces.
44 A la séptima vez el criado dijo: –Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Elías dijo: –Ve y dile a Acab: «Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida».

45 Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Subió a su carro Acab y se fue a Jezreel.
46 Pero la mano de Jehová estaba sobre Elías, que se ciñó la cintura y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.

1 Reyes 19

Elías huye a Horeb

1 Acab dio a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas.
2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle: «Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos».
3 Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado.
4 Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres».
5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó, y le dijo: «Levántate y come».
6 Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse.
7 Regresó el ángel de Jehová por segunda vez, lo tocó y le dijo: «Levántate y come, porque largo camino te resta».
8 Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
9 Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra de Jehová, el cual le dijo: –¿Qué haces aquí, Elías?
10 Él respondió: –He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.
11 Jehová le dijo: –Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová. En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
12 Tras el terremoto hubo un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado.
13 Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que le decía: –¿Qué haces aquí, Elías?
14 Él respondió: –He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.
15 Jehová le dijo: –Ve, vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Llegarás y ungirás a Hazael como rey de Siria.
16 A Jehú hijo de Nimsi lo ungirás como rey de Israel, y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, lo ungirás como profeta para que ocupe tu lugar.
17 Al que escape de la espada de Hazael, Jehú lo matará, y al que escape de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
18 Pero haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal y cuyas bocas no lo besaron.

Llamamiento de Eliseo

19 Partió de allí Elías y halló a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él iban doce yuntas de bueyes, y él conducía la última. Elías pasó ante él y echó sobre él su manto.
20 Entonces dejó los bueyes, salió corriendo detrás de Elías y le dijo: –Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré. Y él le dijo: –Ve, regresa; ¿acaso te lo he impedido?
21 Regresó Eliseo, tomó un par de bueyes y los mató; con el arado de los bueyes coció luego la carne y la dio al pueblo para que comieran. Después se levantó, se fue tras Elías y lo servía.

2 Reyes 2:1-11

1 Aconteció que cuando Jehová iba a alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal.
2 Y Elías dijo a Eliseo: –Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. –¡Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré! –le dijo Eliseo. Descendieron, pues, a Bet-el.
3 Salieron al encuentro de Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el y le dijeron: –¿Sabes que Jehová va a arrebatarte hoy a tu señor? –Sí, lo sé; pero callad –respondió él.
4 Elías le volvió a decir: –Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. –¡Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré! –le respondió Eliseo. Siguieron, pues, a Jericó.
5 Se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: –¿Sabes que Jehová va a arrebatarte hoy a tu señor? –Sí, lo sé; pero callad –respondió él.
6 Luego Elías le dijo: –Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. –¡Vive Jehová y vive tu alma, que no te dejaré! –le respondió Eliseo. Y se fueron los dos.
7 Pero llegaron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon enfrente, a lo lejos, mientras ellos dos se detenían junto al Jordán.
8 Tomó entonces Elías su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las que se apartaron a uno y a otro lado, y ambos pasaron por lo seco.
9 En cuanto pasaron, Elías dijo a Eliseo: –Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado. Eliseo dijo: –Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu.
10 –Cosa difícil has pedido –le respondió Elías–. Si me ves cuando sea separado de ti, te será concedido; pero si no, no.
11 Aconteció que mientras ellos iban caminando y hablando, un carro de fuego, con caballos de fuego, los apartó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino.