Moisés
Hombres y mujeres de la Biblia
Éxodo 2-18:12
Éxodo 2
Nacimiento de Moisés
1 Un hombre de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví,
2 la que concibió y dio a luz un hijo. Al ver que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses.
3 Pero no pudiendo ocultarlo más tiempo, tomó una canasta, la calafateó con asfalto y brea, colocó en ella al niño y la puso entre los juncos a la orilla del río.
4 Y una hermana suya se puso a lo lejos para ver lo que le acontecería.
5 La hija del faraón descendió a lavarse al río y, mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del río, vio ella la canasta entre los juncos y envió una criada suya para que la tomara.
6 Cuando la abrió, vio al niño, que estaba llorando. Llena de compasión por él, exclamó: –Este es un niño de los hebreos.
7 Entonces la hermana del niño dijo a la hija del faraón: –¿Quieres que te llame a una nodriza de las hebreas para que te críe a este niño?
8–Ve –respondió la hija del faraón. La joven fue y llamó a la madre del niño,
9 a la cual dijo la hija del faraón: –Llévate a este niño y críamelo; yo te lo pagaré. La mujer tomó al niño y lo crió.
10 Y cuando el niño creció, se lo entregó a la hija del faraón, la cual lo crió como hijo suyo y le puso por nombre Moisés, diciendo: «Porque de las aguas lo saqué».
Moisés huye de Egipto
11 En aquellos días sucedió que, crecido ya Moisés, salió a visitar a sus hermanos. Los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos hebreos.
12 Entonces miró a todas partes, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
13 Al día siguiente salió, vio a dos hebreos que reñían, y preguntó al que maltrataba al otro: –¿Por qué golpeas a tu prójimo?
14 Él respondió: –¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y pensó: «Ciertamente esto ha sido descubierto».
15 Cuando el faraón oyó acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de la presencia del faraón y habitó en la tierra de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.
16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas, que fueron a sacar agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre.
17 Pero llegaron los pastores y las echaron de allí; entonces Moisés se levantó, las defendió y dio de beber a sus ovejas.
18 Cuando ellas volvieron junto a su padre Reuel, este les preguntó: –¿Por qué habéis venido hoy tan pronto?
19–Un varón egipcio nos libró de manos de los pastores; también nos sacó el agua y dio de beber a las ovejas –respondieron ellas.
20 Preguntó entonces Reuel a sus hijas: –¿Dónde está? ¿Por qué habéis dejado marchar a ese hombre? Llamadlo para que coma.
21 Moisés aceptó vivir en casa de aquel hombre; y este dio a su hija Séfora por mujer a Moisés.
22 Ella le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Gersón, pues dijo: «Forastero soy en tierra ajena».
23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto. Los hijos de Israel, que gemían a causa de la servidumbre, clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos desde lo profundo de su servidumbre.
24 Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición.
Éxodo 3
Llamamiento de Moisés
1 Apacentando Moisés las ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
2 Allí se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía.
3 Entonces Moisés se dijo: «Iré ahora para contemplar esta gran visión, por qué causa la zarza no se quema».
4 Cuando Jehová vio que él iba a mirar, lo llamó de en medio de la zarza: –¡Moisés, Moisés! –Aquí estoy –respondió él.
5 Dios le dijo: –No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
6 Y añadió: –Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
7 Dijo luego Jehová: –Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias.
8 Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha llegado ante mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.
11 Entonces Moisés respondió a Dios: –¿Quién soy yo para que vaya al faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel?
12 Dios le respondió: –Yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
13 Dijo Moisés a Dios: –Si voy a los hijos de Israel y les digo: «Jehová, el Dios de vuestros padres, me ha enviado a vosotros», me preguntarán: «¿Cuál es su nombre?» Entonces ¿qué les responderé?
14 Respondió Dios a Moisés: –«Yo soy el que soy». Y añadió: –Así dirás a los hijos de Israel: » Yo soy me envió a vosotros».
15 Además, Dios dijo a Moisés: –Así dirás a los hijos de Israel: «Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros». Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
16 Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: «Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: En verdad os he visitado y he visto lo que se os hace en Egipto.
17 Y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel».
18 Ellos oirán tu voz; tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto y le dirás: «Jehová, el Dios de los hebreos, se nos ha manifestado; por tanto, nosotros iremos ahora tres días de camino por el desierto a ofrecer sacrificios a Jehová, nuestro Dios».
19 Yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por la fuerza.
20 Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas las maravillas que obraré en el país, y entonces os dejará ir.
21 Yo haré que este pueblo halle gracia a los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis no vayáis con las manos vacías,
22 sino que cada mujer pedirá a su vecina, y a la que se hospeda en su casa, alhajas de plata, alhajas de oro y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas. Así despojaréis a los egipcios.
Éxodo 4
1 Entonces Moisés respondió y dijo: –Ellos no me creerán, ni oirán mi voz, pues dirán: «No se te ha aparecido Jehová».
2–¿Qué es eso que tienes en tu mano? –le preguntó Jehová. –Una vara –le respondió Moisés.
3–Échala al suelo –le dijo Jehová. Él la echó al suelo y se convirtió en una culebra; y Moisés huía de ella.
4 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Extiende tu mano y tómala por la cola. Él extendió su mano y la tomó, y volvió a ser vara en su mano.
5–Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
6 Le dijo además Jehová: –Mete ahora tu mano en el seno. Él metió la mano en su seno y, cuando la sacó, vio que su mano estaba leprosa como la nieve.
7 Le dijo Jehová: –Vuelve a meter la mano en tu seno. Él volvió a meter la mano en su seno, y al sacarla de nuevo del seno, vio que estaba como el resto de su carne.
8–Si acontece que no te creen ni obedecen a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la segunda.
9 Y si aún no creen a estas dos señales, ni oyen tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y las aguas que saques del río se convertirán en sangre sobre la tierra.
10 Entonces dijo Moisés a Jehová: –¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
11 Jehová le respondió: –¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, Jehová?
12 Ahora, pues, ve, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar.
13 Y él dijo: –¡Ay, Señor! envía, te ruego, a cualquier otra persona.
14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: –¿No conozco yo a tu hermano Aarón, el levita, y que él habla bien? Él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
15 Tú le hablarás y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer.
16 Él hablará por ti al pueblo; será como tu boca, y tú ocuparás para él el lugar de Dios.
17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
Moisés vuelve a Egipto
18 Así se fue Moisés, regresó junto a su suegro Jetro y le dijo: –Me iré ahora y volveré a Egipto, a donde están mis hermanos, para ver si aún viven. –Ve en paz –dijo Jetro a Moisés.
19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: –Regresa a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.
20 Entonces Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los puso sobre un asno y volvió a la tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.
21 Y Jehová le dijo: –Cuando hayas vuelto a Egipto, ocúpate de hacer delante del faraón todas las maravillas que he puesto en tus manos; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
22 Entonces dirás al faraón: «Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva; pero si te niegas a dejarlo ir, yo mataré a tu hijo, a tu primogénito».
24 Aconteció que, en el camino, Jehová le salió al encuentro en una posada y quiso matarlo.
25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, diciendo: –A la verdad, tú eres mi esposo de sangre.
26 Luego Jehová lo dejó ir. Ella había dicho: «Esposo de sangre», a causa de la circuncisión.
27 Jehová dijo a Aarón: –Ve a recibir a Moisés al desierto. Él fue, lo encontró en el monte de Dios y lo besó.
28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras que le enviaba Jehová, y todas las señales que le había dado.
29 Fueron, pues, Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Aarón les contó todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
31 El pueblo creyó, y al oir que Jehová había visitado a los hijos de Israel y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.
Éxodo 5
Moisés y Aarón ante Faraón
1 Después Moisés y Aarón entraron a la presencia del faraón, y le dijeron: –Jehová, el Dios de Israel, dice así: «Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto».
2 Pero el faraón respondió: –¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.
3 Ellos dijeron: –El Dios de los hebreos se nos ha manifestado; iremos, pues, ahora, tres días de camino por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová, nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada.
4 Entonces el rey de Egipto les dijo: –Moisés y Aarón, ¿por qué buscáis apartar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.
5 Dijo también el faraón: –Ahora que el pueblo de la tierra es numeroso, vosotros queréis apartarlo de sus tareas.
6 Aquel mismo día el faraón dio esta orden a los cuadrilleros encargados de las labores del pueblo y a sus capataces:
7–De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; que vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.
8 Les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada, pues están ociosos. Por eso claman diciendo: «Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios».
9 Que se les aumente el trabajo, para que estén ocupados y no atiendan a palabras mentirosas.
10 Los cuadrilleros y sus capataces salieron y dijeron al pueblo: –Así ha dicho el faraón: «Ya no os daré paja.
11 Id vosotros y recoged la paja donde la halléis, pero nada se disminuirá de vuestra tarea».
12 Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.
13 Y los cuadrilleros los apremiaban diciendo: –Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.
14 Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros del faraón habían puesto sobre ellos, y les decían: –¿Por qué no habéis cumplido ni ayer ni hoy vuestra tarea de ladrillos como antes?
15 Los capataces de los hijos de Israel fueron a quejarse ante el faraón y le dijeron: –¿Por qué tratas así a tus siervos?
16 No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: «Haced el ladrillo». Además, tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable.
17 Él respondió: –Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: «Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová».
18 Id, pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo.
19 Los capataces de los hijos de Israel se sintieron afligidos cuando les dijeron: «No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día».
20 Cuando salían de la presencia del faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando,
21 y les dijeron: –Que Jehová os examine y os juzgue, pues nos habéis hecho odiosos ante el faraón y sus siervos, y les habéis puesto la espada en la mano para que nos maten.
Jehová comisiona a Moisés y a Aarón
22 Entonces Moisés se volvió a Jehová y preguntó: –Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?,
23 porque desde que yo fui al faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo, y tú no has librado a tu pueblo.
Éxodo 6
1 Jehová respondió a Moisés: –Ahora verás lo que yo haré al faraón, porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.
2 Habló Dios a Moisés y le dijo: –Yo soy Jehová.
3 Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, pero con mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos.
4 También establecí mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros y en la cual habitaron.
5 Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto.
6 Por tanto, dirás a los hijos de Israel: «Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran justicia.
7 Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de Egipto.
8 Os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo os la daré por heredad. Yo soy Jehová».
9 De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés, debido al desaliento que los embargaba a causa de la dura servidumbre.
10 Entonces Jehová dijo a Moisés:
11–Entra y dile al faraón, rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
12 Moisés respondió ante Jehová: –Los hijos de Israel no me escuchan, ¿cómo me escuchará el faraón, a mí, que soy torpe de labios?
13 Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón, y les dio órdenes para los hijos de Israel y para el faraón, rey de Egipto, a fin de que sacaran a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.
14 Estos son los jefes de las casas paternas: Hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Estas son las familias de Rubén.
15 Hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl, hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón.
16 Estos son los nombres de los hijos de Leví por sus generaciones: Gersón, Coat y Merari. Leví vivió ciento treinta y siete años.
17 Hijos de Gersón fueron: Libni y Simei, por sus familias.
18 Hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Coat vivió ciento treinta y tres años.
19 Hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví por sus generaciones.
20 Amram tomó por mujer a Jocabed, su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Amram vivió ciento treinta y siete años.
21 Hijos de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri.
22 Hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri.
23 Tomó Aarón por mujer a Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Naasón, la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.
24 Hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas.
25 Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias.
26 Estos son aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: «Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por grupos».
27 Estos fueron los que hablaron al faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Fueron Moisés y Aarón.
28 Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto,
29 le dijo: –Yo soy Jehová; di al faraón, rey de Egipto, todas las cosas que yo te digo a ti.
30 Moisés respondió ante Jehová: –Yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oir el faraón?
Éxodo 7
1 Jehová dijo a Moisés: –Mira, yo te he constituido dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.
2 Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón, tu hermano, hablará al faraón para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
3 Pero yo endureceré el corazón del faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.
4 El faraón no os oirá, pero yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré a mis ejércitos, a mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.
5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.
6 Moisés y Aarón hicieron como Jehová les mandó; así lo hicieron.
7 Tenía Moisés ochenta años de edad, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron al faraón.
La vara de Aarón
8 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
9–Si el faraón os responde: «Mostrad un milagro», dirás a Aarón: «Toma tu vara y échala delante del faraón, para que se convierta en una culebra».
10 Fueron, pues, Moisés y Aarón ante el faraón, e hicieron como lo había mandado Jehová. Y echó Aarón su vara delante del faraón y de sus siervos, y se convirtió en una culebra.
11 Entonces llamó también el faraón a los sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos;
12 pues cada uno echó su vara, las cuales se volvieron culebras; pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos.
13 Sin embargo, el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, como lo había dicho Jehová.
La plaga de sangre
14 Entonces Jehová dijo a Moisés: –El corazón del faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
15 Ve por la mañana al faraón, cuando baje al río. Saldrás a su encuentro en la ribera llevando en tu mano la vara que se volvió culebra,
16 y le dirás: «Jehová, el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; pero hasta ahora no has querido oir.
17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: Voy a golpear con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.
18 Los peces que hay en el río morirán; apestará el río, y los egipcios tendrán asco de beber sus aguas».
19 Jehová dijo a Moisés: –Di a Aarón: «Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre y haya sangre por toda la región de Egipto, hasta en los vasos de madera y en los de piedra».
20 Moisés y Aarón hicieron como lo mandó Jehová. Alzando la vara, golpeó las aguas que había en el río, en presencia del faraón y de sus siervos, y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.
21 Asimismo, los peces que había en el río murieron; el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.
22 Pero los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, así que el corazón del faraón se endureció y no los escuchó, como lo había dicho Jehová.
23 El faraón se volvió y regresó a su casa, sin prestar atención tampoco a esto.
24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.
25 Así pasaron siete días después que Jehová hirió el río.
Éxodo 8
La plaga de ranas
1 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Entra a la presencia del faraón, y dile: «Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva,
2 porque si no lo dejas partir, yo castigaré con ranas todos tus territorios.
3 El río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la habitación donde duermes y sobre tu cama; en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.
4 Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus siervos «.
5 Y Jehová dijo a Moisés: –Di a Aarón: «Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto».
6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.
7 Pero los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.
8 Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: –Orad a Jehová para que aparte las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová.
9 Respondió Moisés al faraón: –Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas se aparten de ti y de tus casas, y queden solamente en el río.
10–Mañana –dijo él. Moisés respondió: –Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová, nuestro Dios.
11 Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río.
12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia del faraón. Moisés clamó a Jehová tocante a las ranas que había mandado sobre el faraón.
13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés: murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos.
14 Las juntaron en montones, y apestaba la tierra.
15 Pero al ver el faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, tal como Jehová lo había dicho.
La plaga de piojos
16 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Di a Aarón: «Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se convierta en piojos por todo el país de Egipto».
17 Ellos lo hicieron así; Aarón extendió su mano con la vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se convirtió en piojos que se lanzaron sobre los hombres y las bestias. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos en todo el país de Egipto.
18 Los hechiceros también intentaron sacar piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. Hubo, pues, piojos tanto en los hombres como en las bestias.
19 Entonces los hechiceros dijeron al faraón: –Es el dedo de Dios. Pero el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como Jehová lo había dicho.
La plaga de moscas
20 Jehová dijo a Moisés: –Levántate de mañana y ponte delante del faraón, cuando él salga al río, y dile: «Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva,
21 porque si no dejas ir a mi pueblo, yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.
22 Aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que no haya en ella ninguna clase de moscas, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra.
23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal».
24 Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa del faraón, sobre las casas de sus siervos y sobre todo el país de Egipto; la tierra fue corrompida a causa de ellas.
25 Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: –Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios, pero dentro del país.
26 Moisés respondió: –No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová, nuestro Dios, lo que es la abominación para los egipcios. Si sacrificáramos lo que es abominación para los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?
27 Iremos por el desierto, tres días de camino, y ofreceremos sacrificios a Jehová, nuestro Dios, como él nos diga.
28 Dijo el faraón: –Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová, vuestro Dios, en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.
29 Y Moisés respondió: –Al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se alejen del faraón, de sus siervos y de su pueblo mañana; con tal de que el faraón no nos engañe más, impidiendo que el pueblo vaya a ofrecer sacrificios a Jehová.
30 Entonces Moisés salió de la presencia del faraón, y oró a Jehová.
31 Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés y apartó todas aquellas moscas del faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una.
32 Pero también esta vez el faraón endureció su corazón y no dejó partir al pueblo.
Éxodo 9
La plaga en el ganado
1 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Entra a la presencia del faraón, y dile: «Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva,
2 porque si no lo dejas ir, y lo sigues deteniendo,
3 la mano de Jehová caerá, con plaga gravísima, sobre el ganado que está en los campos: sobre caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas.
4 Pero Jehová hará distinción entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo que pertenece a los hijos de Israel».
5 Y Jehová fijó el plazo, diciendo: –Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.
6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; pero del ganado de los hijos de Israel no murió ni un animal.
7 El faraón hizo averiguar, y se supo que del ganado de los hijos de Israel no había muerto ni un animal. Pero el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.
La plaga de úlceras
8 Entonces Jehová dijo a Moisés y a Aarón: –Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante del faraón.
9 Se convertirá en polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias por todo el país de Egipto.
10 Ellos tomaron ceniza del horno y se pusieron delante del faraón; la esparció Moisés hacia el cielo, y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.
11 Ni los hechiceros podían permanecer delante de Moisés a causa del sarpullido, pues los hechiceros tenían sarpullido como todos los egipcios.
12 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y no los oyó, tal como Jehová lo había dicho a Moisés.
La plaga de granizo
13 Luego Jehová dijo a Moisés: –Levántate de mañana, ponte delante del faraón y dile: «Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva,
14 porque yo enviaré esta vez todas mis plagas sobre tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.
15 Por tanto, ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con una plaga, y desaparecerás de la tierra.
16 A la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.
17¿Todavía te opones a mi pueblo y no lo dejas ir?
18 Mañana, a esta hora, yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.
19 Envía, pues, a recoger tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque todo hombre o animal que se halle en el campo y no sea recogido en casa, el granizo caerá sobre él, y morirá».
20 De los siervos del faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová recogió a sus criados y a su ganado en casa,
21 pero el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó a sus criados y a su ganado en el campo.
22 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Extiende tu mano hacia el cielo, para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, sobre las bestias y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.
23 Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar; el fuego se descargó sobre la tierra, y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.
24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.
25 Aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; también destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.
26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.
27 Entonces el faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: –He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.
28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo. Yo os dejaré ir; y no os detendréis más.
29 Moisés le respondió: –Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová; los truenos cesarán y no habrá más granizo, para que sepas que de Jehová es la tierra.
30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.
31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña.
32 Pero el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos.
33 Cuando Moisés salió de la presencia del faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra.
34 Al ver el faraón que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.
35 Se endureció el corazón del faraón, y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.
Éxodo 10
La plaga de langostas
1 Jehová dijo a Moisés: –Entra a la presencia del faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
2 para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto y las señales que hice entre ellos, y así sepáis que yo soy Jehová.
3 Entonces fueron Moisés y Aarón ante el faraón, y le dijeron: –Jehová, el Dios de los hebreos, ha dicho así: «¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,
5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra. Ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que crece en el campo.
6 Llenará tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos aparecieron sobre la tierra hasta hoy». Y dándose vuelta, salió de la presencia del faraón.
7 Entonces los siervos del faraón le dijeron: –¿Hasta cuándo será este hombre una amenaza para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová, su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?
8 Llamaron, pues, de nuevo a Moisés y Aarón ante el faraón, el cual les dijo: –Andad, servid a Jehová, vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
9 Moisés respondió: –Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir, porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.
10 Él les dijo: –¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!
11 No será así; id ahora vosotros los hombres y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia del faraón.
12 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto y consuma todo lo que el granizo dejó.
13 Extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana, el viento oriental trajo la langosta.
14 La langosta subió sobre toda la tierra de Egipto y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;
15 cubrió la faz de todo el país y oscureció la tierra; consumió toda la hierba de la tierra y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en los árboles ni en la hierba del campo en toda la tierra de Egipto.
16 Entonces el faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: –He pecado contra Jehová, vuestro Dios, y contra vosotros.
17 Pero os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová, vuestro Dios, para que aparte de mí al menos esta plaga mortal.
18 Salió Moisés de delante del faraón, y oró a Jehová.
19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental que se llevó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.
20 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y este no dejó ir a los hijos de Israel.
La plaga de tinieblas
21 Jehová dijo a Moisés: –Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.
22 Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y por tres días hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto.
23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
24 Entonces el faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: –Id, servid a Jehová; que solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas. Vayan también vuestros niños con vosotros.
25 Moisés respondió: –Tú nos darás los animales para los sacrificios y holocaustos que ofreceremos a Jehová, nuestro Dios.
26 Y nuestro ganado irá también con nosotros. No quedará ni una pezuña, porque de él hemos de tomar para servir a Jehová, nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.
27 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y este no quiso dejarlos ir.
28 Y le dijo el faraón: –Retírate de mi presencia. Cuídate de no ver más mi rostro, pues el día en que veas mi rostro, morirás.
29 Y Moisés respondió: –¡Bien has dicho! No veré más tu rostro.
Éxodo 11
Anunciada la muerte de los primogénitos
1 Jehová dijo a Moisés: –Una plaga más traeré sobre el faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí. De seguro que os echará de aquí definitivamente.
2 Habla ahora al pueblo, que cada uno pida a su vecino y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro.
3 Jehová hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios. También Moisés era considerado un gran hombre en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos del faraón y a los ojos del pueblo.
4 Dijo, pues, Moisés: –Jehová ha dicho así: «Hacia la medianoche yo atravesaré el país de Egipto,
5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.
6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo ni jamás habrá.
7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas».
8 Entonces vendrán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: «Vete, tú y todo el pueblo que está bajo tus órdenes». Y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia del faraón.
9 Luego Jehová dijo a Moisés: –El faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.
10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante del faraón, pues Jehová había endurecido el corazón del faraón, y este no dejó salir a los hijos de Israel fuera de su país.
Éxodo 12
La Pascua
1 Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, y les dijo:
2«Este mes será para vosotros el principal entre los meses; os será el primero de los meses del año.
3 Hablad a toda la congregación de Israel, y decid: «El día diez de este mes tomará cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.
4 Pero si la familia es demasiado pequeña, que no baste para comer el cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre os repartiréis el cordero.
5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.
6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
7 Tomarán de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.
8 Esa noche comerán la carne asada al fuego y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
9 Ninguna cosa comeréis de él cruda ni cocida en agua, sino asada al fuego; comeréis también su cabeza, sus patas y sus entrañas.
10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quede hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
11 Lo habéis de comer así: ceñidos con un cinto, con vuestros pies calzados y con el bastón en la mano; y lo comeréis apresuradamente. Es la Pascua de Jehová.
12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias, y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo, Jehová.
13 «La sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; veré la sangre y pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
14 Este día os será memorable, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.
15 Siete días comeréis panes sin levadura. El primer día haréis desaparecer toda levadura de vuestras casas, porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, será eliminado de Israel.
16 El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación. Ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer.
17 Guardaréis la fiesta de los Panes sin levadura, porque en ese mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento a lo largo de vuestras generaciones como una costumbre perpetua.
18 En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde.
19 Durante siete días no se hallará levadura en vuestras casas, porque cualquiera que coma algo leudado, tanto extranjero como natural del país, será eliminado de la congregación de Israel.
20 Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura»».
21 Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo: «Salid y buscad corderos para vuestras familias, y sacrificad la pascua.
22 Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo. Que ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana,
23 pues Jehová pasará hiriendo a los egipcios, y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová de largo por aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.
24 Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.
25 Cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, también guardaréis este rito.
26 Y cuando os pregunten vuestros hijos: «¿Qué significa este rito?»,
27 vosotros responderéis: «Es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios y libró nuestras casas»». Entonces el pueblo se inclinó y adoró.
28 Luego los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente tal como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.
Muerte de los primogénitos
29 Aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales.
30 Se levantó aquella noche el faraón, todos sus siervos y todos los egipcios, y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.
31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: –Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id a servir a Jehová, como habéis dicho.
32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.
33 Los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra, porque decían: «Todos moriremos».
34 Y llevó el pueblo su masa antes que fermentara, la envolvieron en sábanas y la cargaron sobre sus hombros.
35 E hicieron los hijos de Israel conforme a la orden de Moisés, y pidieron a los egipcios alhajas de plata y de oro, y vestidos.
36 Jehová hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, y estos les dieron cuanto pedían. Así despojaron a los egipcios.
Los israelitas salen de Egipto
37 Partieron los hijos de Israel de Ramesés hacia Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.
38 También subió con ellos una gran multitud de toda clase de gentes, ovejas y muchísimo ganado.
39 Cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.
40 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de cuatrocientos treinta años.
41 El mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto.
42 Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel a lo largo de sus generaciones.
43 Jehová dijo a Moisés y a Aarón: «Esta es la ley para la Pascua: ningún extraño comerá de ella.
44 Pero todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hayas circuncidado.
45 El extranjero y el jornalero no comerán de ella.
46 Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella ni le quebraréis ningún hueso.
47 Toda la congregación de Israel lo hará.
48 Si algún extranjero habita contigo y quiere celebrar la Pascua para Jehová, que le sea circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, pues será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella.
49 La misma ley regirá para el natural y para el extranjero que habite entre vosotros».
50 Así lo hicieron todos los hijos de Israel. Tal como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.
51 Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por grupos.
Éxodo 13
Consagración de los primogénitos
1 Jehová habló a Moisés y le dijo:
2 «Conságrame todo primogénito. Todo lo que abre la matriz entre los hijos de Israel, tanto de los hombres como de los animales, mío es».
3 Moisés dijo al pueblo: «Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis cosa leudada.
4 Vosotros salís hoy, en el mes de Abib.
5 Y cuando Jehová te haya metido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que destila leche y miel, harás esta celebración en este mes.
6 Siete días comerás pan sin leudar, pero el séptimo día será fiesta para Jehová.
7 Durante los siete días se comerán los panes sin levadura, y no tendrás contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio.
8 En aquel día lo explicarás a tu hijo diciendo: «Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto».
9 Te será como una señal en la mano y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca, por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.
10 Por tanto, tú guardarás este rito de año en año, a su debido tiempo.
11 «Cuando Jehová te haya llevado a la tierra del cananeo, como lo ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la haya dado,
12 dedicarás a Jehová a todo aquel que abre la matriz. Asimismo, todo primer nacido de tus animales, si es macho, será de Jehová.
13 Pero todo primogénito de asno lo redimirás con un cordero; y si no lo redimes, quebrarás su cuello. También redimirás al primogénito de tus hijos.
14 Y cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: «¿Qué es esto?», le dirás: «Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre;
15 y cuando se endureció el faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia. Por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos.
16 Te será, pues, como una señal en la mano y como un memorial delante de tus ojos, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte»».
La columna de nube y de fuego
17 Luego que el faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues dijo Dios: «Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y regrese a Egipto».
18 Por eso hizo Dios que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto del Mar Rojo. Los hijos de Israel salieron de Egipto armados.
19 Moisés tomó también consigo los huesos de José, el cual había hecho jurar a los hijos de Israel, diciéndoles: «Dios ciertamente os visitará, y entonces os llevaréis mis huesos de aquí con vosotros».
20 Partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto.
21 Jehová iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche.
22 Nunca se apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.
Éxodo 14
Los israelitas cruzan el Mar Rojo
1 Habló Jehová a Moisés y le dijo:
2 «Di a los hijos de Israel que regresen y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, enfrente de Baal-zefón. Acamparéis frente a ese lugar, junto al mar.
3 Y el faraón dirá de los hijos de Israel: «Encerrados están en la tierra; el desierto los ha encerrado».
4 Yo endureceré el corazón del faraón, para que los siga; entonces seré glorificado en el faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová». Ellos lo hicieron así.
5 Cuando fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía, el corazón del faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: «¿Cómo hemos hecho esto? Hemos dejado ir a Israel, para que no nos sirva».
6 Unció entonces su carro y tomó consigo a su ejército.
7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, junto con sus capitanes.
8 Endureció Jehová el corazón del faraón, rey de Egipto, el cual siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa.
9 Los egipcios los siguieron con toda la caballería y los carros del faraón, su gente de a caballo y todo su ejército; los alcanzaron donde estaban acampados junto al mar, cerca de Pi-hahirot, frente a Baal-zefón.
10 Cuando el faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos y vieron que los egipcios venían tras ellos, por lo que los hijos de Israel clamaron a Jehová llenos de temor,
11 y dijeron a Moisés: –¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos has sacado de Egipto?
12 Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: Déjanos servir a los egipcios, porque mejor nos es servir a los egipcios que morir en el desierto.
13 Moisés respondió al pueblo: –No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más.
14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
15 Entonces Jehová dijo a Moisés: –¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
16 Y tú, alza tu vara, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar en seco.
17 Yo endureceré el corazón de los egipcios, para que los sigan; entonces me glorificaré en el faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería.
18 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en el faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19 El ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se apartó y se puso detrás de ellos; asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas,
20 e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; para aquellos era una nube tenebrosa, pero a Israel lo alumbraba de noche; por eso, en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21 Moisés extendió su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirara por medio de un recio viento oriental que sopló toda aquella noche. Así se secó el mar y las aguas quedaron divididas.
22 Entonces los hijos de Israel entraron en medio del mar, en seco, y las aguas eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
23 Los egipcios los siguieron, y toda la caballería del faraón, sus carros y su gente de a caballo entraron tras ellos hasta la mitad del mar.
24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios;
25 quitó además las ruedas de sus carros y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: –Huyamos ante Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
26 Pero Jehová dijo a Moisés: –Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y su caballería.
27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, cuando amanecía, el mar se volvió con toda su fuerza; al huir, los egipcios se encontraban con el mar. Así derribó Jehová a los egipcios en medio del mar,
28 pues al volver las aguas, cubrieron los carros, la caballería y todo el ejército del faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó ni uno de ellos.
29 En cambio, los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, y las aguas eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
30 Así salvó Jehová aquel día a Israel de manos de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.
31 Al ver Israel aquel gran hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios, el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés, su siervo.
Éxodo 15
Cántico de Moisés y de María
1 Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico a Jehová: «Cantaré yo a Jehová, porque se ha cubierto de gloria; ha echado en el mar al caballo y al jinete.
2 Jehová es mi fortalezay mi cántico. Ha sido mi salvación. Este es mi Dios, a quien yo alabaré; el Dios de mi padre,a quien yo enalteceré.
3 Jehová es un guerrero. ¡Jehová es su nombre!
4 Echó en el mar los carrosdel faraón y su ejército. Lo mejor de sus capitanes,en el Mar Rojo se hundió.
5 Los abismos los cubrieron; descendieron a las profundidadescomo piedra.
6 Tu diestra, Jehová,ha magnificado su poder. Tu diestra, Jehová,ha aplastado al enemigo.
7 Con la grandeza de tu poder has derribadoa los que se levantaron contra ti. Enviaste tu iray los consumió como a hojarasca.
8 Al soplo de tu alientose amontonaron las aguas, se juntaron las corrientescomo en un montón, los abismos se cuajaronen medio del mar.
9«El enemigo dijo: «Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; mi alma se saciará de ellos. Sacaré mi espada, los destruirá mi mano».
10 Soplaste con tu viento, los cubrió el mar; se hundieron como plomoen las impetuosas aguas.
11 ¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas,hacedor de prodigios?
12 Extendiste tu diestra; la tierra los tragó.
13 Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste. Lo llevaste con tu podera tu santa morada.
14 Lo oirán los pueblos y temblarán. El dolor se apoderaráde la tierra de los filisteos.
15 Entonces los caudillos de Edomse turbarán, a los valientes de Moablos asaltará temblor, se acobardarán todos los habitantesde Canaán.
16 ¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto! Ante la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra, hasta que haya pasado tu pueblo,oh Jehová, hasta que haya pasadoeste pueblo que tú rescataste.
17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar donde has preparado,oh Jehová, tu morada, en el santuario que tus manos,oh Jehová, han afirmado.
18 ¡Jehová reinará eternamentey para siempre!»
19 Cuando el faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, Jehová hizo que las aguas del mar se volvieran contra ellos, mientras los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar.
20 Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron detrás de ella con panderos y danzas.
21 Y María repetía: «Cantad a Jehová, porque se ha cubierto de gloria; ha echado en el mar al caballoy al jinete».
El agua amarga de Mara
22 Moisés hizo partir a Israel del Mar Rojo. Salieron al desierto de Shur y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.
23 Llegaron a Mara, pero no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara.
24 El pueblo se puso a murmurar contra Moisés, diciendo: «¿Qué hemos de beber?»
25 Entonces Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó.
26 Les dijo: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador».
27 Después llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.
Éxodo 16
Dios da el maná
1 Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto.
2 En el desierto, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón.
3 Los hijos de Israel les decían: –Ojalá hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos ante las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
4 Jehová dijo a Moisés: –Mira, yo os haré llover pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.
5 Pero en el sexto día se prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.
6 Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: –En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto,
7 y por la mañana veréis la gloria de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?
8 Y Moisés añadió: –Jehová os dará por la tarde carne para comer, y por la mañana pan hasta saciaros, porque Jehová ha oído lo que habéis murmurado contra él; pues ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.
9 Luego dijo Moisés a Aarón: –Di a toda la congregación de los hijos de Israel: «Acercaos a la presencia de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones».
10 Mientras Aarón hablaba a toda la congregación de los hijos de Israel, ellos miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria de Jehová aparecía en la nube.
11 Y Jehová dijo a Moisés:
12–Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales y diles: «Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios».
13 Al llegar la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana descendió rocío alrededor del campamento.
14 Cuando el rocío cesó de descender, apareció sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como escarcha sobre la tierra.
15 Al verlo, los hijos de Israel se dijeron unos a otros: «¿Qué es esto?», porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: –Es el pan que Jehová os da para comer.
16 Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pueda comer, un gomer por cabeza, conforme al número de personas en su familia; tomaréis cada uno para los que están en su tienda.
17 Los hijos de Israel lo hicieron así, y recogieron unos más, otros menos.
18 Lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.
19 Luego les dijo Moisés: –Ninguno deje nada de ello para mañana.
20 Pero ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron algo para el otro día; pero crió gusanos, y apestaba. Y se enojó con ellos Moisés.
21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía.
22 En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno. Todos los príncipes de la congregación fueron y se lo hicieron saber a Moisés.
23 Él les dijo: –Esto es lo que ha dicho Jehová: «Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana».
24 Ellos lo guardaron hasta el día siguiente, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó ni apestó.
25 Entonces dijo Moisés: –Comedlo hoy, porque hoy es sábado dedicado a Jehová; hoy no hallaréis nada en el campo.
26 Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, que es sábado, nada se hallará.
27 Aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron nada.
28 Y Jehová dijo a Moisés: –¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes?
29 Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día.
30 Así el pueblo reposó el séptimo día.
31 La casa de Israel lo llamó «maná»; era como una semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.
32 Después dijo Moisés: –Esto es lo que Jehová ha mandado: «Llenad un gomer de él y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto».
33 A Aarón dijo Moisés: –Toma una vasija, pon en ella un gomer de maná y colócalo delante de Jehová, a fin de que sea guardado para vuestros descendientes.
34 Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, tal como Jehová lo mandó a Moisés.
35 Así comieron los hijos de Israel maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
36 Un gomer es la décima parte de un efa.
Éxodo 17
Agua de la roca
1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin avanzando por jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim, donde no había agua para que el pueblo bebiera.
2 Y disputó el pueblo con Moisés, diciéndole: –Danos agua para que bebamos. –¿Por qué disputáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? –les respondió Moisés.
3 Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés: –¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
4 Entonces clamó Moisés a Jehová, y dijo: –¿Qué haré con este pueblo? ¡Poco falta para que me apedreen!
5 Jehová respondió a Moisés: –Pasa delante del pueblo y toma contigo algunos ancianos de Israel; toma también en tu mano la vara con que golpeaste el río, y ve.
6 Allí yo estaré ante ti sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrán de ella aguas para que beba el pueblo. Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.
7 Y dio a aquel lugar el nombre de Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel y porque tentaron a Jehová al decir: «¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no?»
Guerra con Amalec
8 Después vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
9 Y dijo Moisés a Josué: –Escoge a algunos hombres y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano.
10 Josué hizo como le dijo Moisés y salió a pelear contra Amalec. Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel vencía; pero cuando él bajaba su mano, vencía Amalec.
12 Como las manos de Moisés se cansaban, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él. Moisés se sentó sobre ella, mientras Aarón y Hur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro; así se mantuvieron firmes sus manos hasta que se puso el sol.
13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
14 Entonces Jehová dijo a Moisés: –Escribe esto para que sea recordado en un libro, y di a Josué que borraré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
15 Luego Moisés edificó un altar, al que puso por nombre Jehová-nisi,
16 diciendo: «Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová estará en guerra con Amalec de generación en generación».
Éxodo 18
Jetro visita a Moisés
1 Oyó Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés y con Israel, su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.
2 Entonces tomó Jetro, suegro de Moisés, a Séfora, la mujer de Moisés, después que él la envió,
3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: «Forastero he sido en tierra ajena»;
4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: «El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón».
5 Cuando Jetro, el suegro de Moisés, llegó con los hijos y la mujer de este junto al monte de Dios en el desierto, donde estaba acampado Moisés,
6 le dijo: –Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti, con tu mujer y sus dos hijos.
7 Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó y lo besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron a la tienda.
8 Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho al faraón y a los egipcios por amor de Israel, todo el trabajo que habían pasado en el camino y cómo los había librado Jehová.
9 Se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel al haberlo librado de manos de los egipcios.
10 Y Jetro dijo: –Bendito sea Jehová, que os libró de manos de los egipcios y de manos del faraón. Él ha librado al pueblo de manos de los egipcios.
11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses, porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.
12 Luego tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.
Deuteronomio 34
1 Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó, y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan,
2 todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental,
3 el Neguev, el valle y la llanura de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.
4 Y le dijo Jehová: «Esta es la tierra que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: «A tu descendencia la daré». Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás allá».
5 Allí murió Moisés, siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.
6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor, y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.
7 Tenía Moisés ciento veinte años de edad cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
8 Lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; así se cumplieron los días de llanto y de luto por Moisés.
9 Josué hijo de Nun estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él, y los hijos de Israel lo obedecieron haciendo como Jehová mandó a Moisés.
10 Nunca más se levantó un profeta en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara;
11 nadie como él por todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, contra el faraón y todos sus siervos, y contra toda su tierra,
12 y por el gran poder y los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.
Introducción Moises
Moisés pág. 42
Moisés (‘sacado de las aguas’). Hijo de Amram y Jocabed, fue un gran líder y libertador del pueblo de Israel.
Nació durante el periodo en que su pueblo era perseguido y tratado como esclavo en Egipto.
Entonces, para evitar un significativo crecimiento del pueblo hebreo, el faraón ordenó matar a todos los varones recién nacidos. Por eso, los padres de Moisés lo escondieron durante tres meses, para luego colocar al bebé en una cesta y dejarlo en el río. Esta fue encontrada por la princesa, quien decidió adoptar al niño.
Después de cuarenta años de educación egipcia y vida en la corte, tuvo que huir una vez que, al intervenir en una pelea entre esclavos y guardias, fue denunciado por haber dado muerte a un egipcio.
Durante esa fuga fue a la tierra de Madián, donde se casó con Séfora, hija del sacerdote Jetro.
Pasado un segundo periodo de cuarenta años, es llamado por Dios para ser el libertador de su pueblo, tarea a la que se entrega acompañado de su hermano Aarón.
Después de todas las negativas del faraón para dejar salir al pueblo, y después de que Dios hubo azotado a la nación egipcia con las plagas que culminaron con la muerte de los primogénitos, Moisés condujo a los israelitas a través del desierto hasta la tierra prometida.
Durante este tercer periodo de cuarenta años, recibió las leyes de Dios que, bajo un punto de vista moral (los Diez Mandamientos), religioso (los servicios del tabernáculo), social (las leyes civiles) y de sanidad (las leyes de salud), crearon las condiciones para que el pueblo se organizara como nación.
Cuando tenía 120 años, Moisés entregó a Josué la responsabilidad de conducir a Israel al otro lado del Jordán y ocupar el territorio que Dios le había destinado.
Murió a las puertas de la tierra prometida, impedido por Dios, debido a un acto de rebeldía.
No obstante, Dios lo resucitó (Judas 9) y vamos a encontrarlo más tarde, con Elías, junto a Jesús en el monte de la transfiguración.
El testimonio dado sobre él es el siguiente: «Moisés era un hombre muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra» (Números 12: 3).