1 Samuel 8-10

1 Samuel 8

Israel pide rey

1 Aconteció que cuando Samuel envejeció puso a sus hijos por jueces sobre Israel.
2 Su hijo primogénito se llamaba Joel, y el segundo, Abías; ambos eran jueces en Beerseba.
3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, sino que se dejaron llevar por la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.
4 Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y vinieron a Ramá para ver a Samuel,
5 y le dijeron: «Tú has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, danos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones».
6 Pero no agradó a Samuel que le dijeran: «Danos un rey que nos juzgue», y oró a Jehová.
7 Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
8 Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.
9 Ahora, pues, oye su voz; pero hazles una advertencia solemne y muéstrales cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos».
10 Samuel repitió todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.
11 Dijo, pues: –Así hará el rey que reine sobre vosotros: tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a su gente de a caballo, para que corran delante de su carro.
12 Los empleará como jefes de millar y jefes de cincuentenas; los pondrá a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que fabriquen sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.
13 Tomará también a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y amasadoras.
14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, para dárselo a sus siervos.
15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dárselo a sus oficiales y a sus siervos.
16 Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, para emplearlos en sus obras.
17 Diezmará también vuestros rebaños y seréis sus siervos.
18 Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá.
19 Pero el pueblo no quiso oir la voz de Samuel, y dijo: –No. Habrá un rey sobre nosotros,
20 y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras.
21 Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a oídos de Jehová.
22 Pero Jehová dijo a Samuel: –Oye su voz y dales un rey. Entonces dijo Samuel a los varones de Israel: –Volveos cada uno a vuestra ciudad.

1 Samuel 9

Saúl es elegido rey

1 Había un hombre de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis hijo de Abiel hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjaminita.
2 Tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
3 Un día se perdieron las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a su hijo Saúl: «Toma ahora contigo alguno de los criados, levántate y ve a buscar las asnas».
4 Y él atravesó los montes de Efraín, y de allí pasó a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.
5 Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo al criado que tenía consigo: –Ven, volvámonos; porque quizá mi padre haya olvidado la preocupación por las asnas y esté intranquilo por nosotros.
6 Él le respondió: –En esta ciudad hay un varón de Dios; es un hombre muy respetado: todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.
7 Respondió Saúl a su criado: –Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos a ese hombre? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué le podemos dar?
8 Entonces replicó el criado y dijo a Saúl: –Mira, tengo aquí en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; se lo daré al varón de Dios, para que nos indique el camino.
9(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía: «Venid y vamos al vidente»; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)
10 Dijo entonces Saúl a su criado: –Dices bien; anda, vamos. Y se fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.
11 Cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas jóvenes que salían por agua, a las cuales dijeron: –¿Está en este lugar el vidente?
12 Ellas les respondieron: –Sí; aquí está. Daos prisa pues precisamente ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.
13 En cuanto entréis en la ciudad, buscadlo, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora lo hallaréis.
14 Ellos subieron entonces a la ciudad; y cuando estaban en medio de ella, vieron a Samuel que venía hacia ellos para subir al lugar alto.
15 Un día antes de la llegada de Saúl, Jehová había hecho a Samuel esta revelación:
16 «Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al cual ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos; porque yo he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí».
17 Cuando Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: «Este es el hombre del cual te hablé; él gobernará a mi pueblo».
18 Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: –Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.
19 Samuel respondió a Saúl: –Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón.

20 En cuanto a las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque han sido halladas. Además, ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?
21 Saúl respondió y dijo: –¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?
22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala y les dio un lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres.
23 Después dijo Samuel al cocinero: –Trae acá la porción que te di, la que te dije que guardaras aparte.
24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: –Aquí tienes lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: «Yo he convidado al pueblo». Saúl comió aquel día con Samuel.
25 Cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en la azotea.
26 Al otro día madrugaron; al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, el cual estaba en la azotea, y le dijo: –Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.
27 Habían descendido al extremo de la ciudad, cuando Samuel dijo a Saúl: –Di al criado que se adelante –y se adelantó el criado–, pero espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.

1 Samuel 10

1 Tomó entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, lo besó, y le dijo: –¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?

2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en el territorio de Benjamín, los cuales te dirán: «Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, y dice: ¿Qué haré acerca de mi hijo? «.
3 Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios, en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan y el tercero una vasija de vino.
4 Luego que te hayan saludado, te darán dos panes, que tú tomarás de su mano.
5 Después de esto llegarás al collado de Dios, donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, precedidos de salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.
6 Entonces el espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.
7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te parezca bien, porque Dios está contigo.
8 Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo junto a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo vaya a tu encuentro y te enseñe lo que has de hacer.
9 Aconteció luego, que apenas volvió él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios el corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día.
10 Cuando llegaron allá al collado, la compañía de los profetas les salió al encuentro. Entonces el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos.
11 Todos los que lo conocían de antes, al verlo que profetizaba con los profetas, se decían unos a otros: «¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también está entre los profetas?»
12 Y alguno de allí preguntó: «¿Y quién es el padre de estos?» Por esta causa se hizo proverbio: «¿También Saúl entre los profetas?»
13 Cuando cesó de profetizar, llegó al lugar alto.
14 Un tío de Saúl dijo a él y a su criado: –¿A dónde fuisteis? Él respondió: –A buscar las asnas; y como vimos que no aparecían, acudimos a Samuel.
15 Dijo el tío de Saúl: –Te ruego que me cuentes qué os dijo Samuel.
16 Saúl respondió a su tío: –Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Pero del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le contó nada.
17 Después Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa,
18 y dijo a los hijos de Israel: «Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los reinos que os afligieron.
19 Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: «No, tú nos darás un rey». Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y familias».
20 Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel, y fue designada la tribu de Benjamín.
21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias, y fue designada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Lo buscaron, pero no fue hallado.
22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había concurrido allí aquel hombre. Y respondió Jehová: «Está ahí, escondido entre el bagaje».
23 Entonces corrieron, lo sacaron de allí y, puesto en medio del pueblo, sobresalía por encima de todos de los hombros para arriba.
24 Samuel dijo a todo el pueblo: –¿Habéis visto al elegido de Jehová? No hay nadie como él en todo el pueblo. Entonces el pueblo gritó con alegría: –¡Viva el rey!
25 Samuel expuso luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.
26 Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y lo acompañaron los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado.
27 Pero algunos perversos dijeron: «¿Cómo nos ha de salvar este?» Lo despreciaron y no le llevaron presentes; pero él disimuló.