2 Crónicas 29-32

2 Crónicas 29

Reinado de Acaz

1 Comenzó a reinar Ezequías a los veinticinco años de edad, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abías, hija de Zacarías.
2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David, su padre.

Ezequías restablece el culto del templo

3 En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová y las reparó.
4 Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental
5 y les dijo: «¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová, el Dios de vuestros padres; sacad del santuario la impureza.
6 Porque nuestros padres se han rebelado y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová, nuestro Dios; porque le dejaron, apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová y le volvieron las espaldas.
7 Y aun cerraron las puertas del pórtico, apagaron las lámparas y no quemaron incienso ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel.
8 Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, espanto y burla, como veis vosotros con vuestros ojos.
9 Por eso nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos.
10 Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con Jehová, el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira.
11 Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis delante de él y le sirváis, seáis sus ministros y le queméis incienso».
12 Entonces se levantaron los levitas, Mahat hijo de Amasai y Joel hijo de Azarías, de los hijos de Coat; de los hijos de Merari, Cis hijo de Abdi y Azarías hijo de Jehalelel; de los hijos de Gersón, Joa hijo de Zima y Edén hijo de Joa;
13 de los hijos de Elizafán, Simri y Jeiel; de los hijos de Asaf, Zacarías y Matanías;
14 de los hijos de Hemán, Jehiel y Simei; y de los hijos de Jedutún, Semaías y Uziel.
15 Estos reunieron a sus hermanos, se santificaron y entraron, conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehová, para limpiar la casa de Jehová.
16 Después entraron los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla. Sacaron toda la impureza que hallaron en el templo de Jehová al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente Cedrón.
17 Comenzaron a santificarse el día primero del mes primero, y a los ocho del mismo mes vinieron al pórtico de Jehová; y santificaron la casa de Jehová en ocho días, y en el día dieciséis del mes primero terminaron.
18 Entonces fueron ante el rey Ezequías y le dijeron: «Ya hemos limpiado toda la casa de Jehová, el altar del holocausto y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos sus utensilios.
19 Asimismo hemos preparado y santificado todos los utensilios que en su infidelidad había desechado el rey Acaz, cuando reinaba; y ahora están delante del altar de Jehová».
20 El rey Ezequías se levantó de mañana, reunió los principales de la ciudad y subió a la casa de Jehová.
21 Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón que los ofrecieran sobre el altar de Jehová.
22 Mataron, pues, los novillos, y los sacerdotes recibieron la sangre y la esparcieron sobre el altar; mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos y esparcieron la sangre sobre el altar.
23 Después hicieron llevar delante del rey y de la multitud los machos cabríos para la expiación, y pusieron sobre ellos sus manos;
24 los sacerdotes los mataron e hicieron ofrenda de expiación con la sangre de ellos sobre el altar, para reconciliar a todo Israel; porque por todo Israel mandó el rey hacer el holocausto y la expiación.
25 Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad, vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas.
26 Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas.
27 Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David, rey de Israel.
28 Toda la multitud adoraba, los cantores cantaban y los trompeteros tocaban las trompetas; todo esto duró hasta consumirse el holocausto.
29 Cuando esto terminó, se inclinó el rey y todos los que con él estaban, y adoraron.
30 Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabaran a Jehová con las palabras de David y de Asaf, el vidente; y ellos alabaron con gran alegría, se inclinaron y adoraron.
31 Luego Ezequías dijo: «Vosotros os habéis consagrado ahora a Jehová; acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová». Y la multitud presentó sacrificios y alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos.
32 El número de los holocaustos que trajo la congregación fue de setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos, todo para el holocausto de Jehová.
33 Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes y tres mil ovejas.
34 Pero como los sacerdotes eran pocos y no bastaban para desollar los holocaustos, sus hermanos los levitas les ayudaron, hasta que acabaron la obra, y hasta que los demás sacerdotes se santificaron, pues los levitas estaban más dispuestos a santificarse que los sacerdotes.
35 Así, pues, hubo abundancia de holocaustos, con la grasa de las ofrendas de paz y libaciones para cada holocausto. De este modo se restableció el servicio de la casa de Jehová.
36 Y se alegró Ezequías con todo el pueblo de que Dios hubiera preparado al pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente.

2 Crónicas 30

Ezequías celebra la pascua

1 Después Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a Efraín y a Manasés, para invitarlos a la casa de Jehová, en Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua a Jehová, Dios de Israel.
2 Pues el rey había consultado con sus príncipes y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la Pascua en el mes segundo;
3 porque entonces no la podían celebrar, por cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.
4 Esto agradó al rey y a toda la multitud.
5 Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar en Jerusalén la Pascua a Jehová, Dios de Israel; porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está prescrito.
6 Salieron, pues, mensajeros con cartas de parte del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, que decían: «Hijos de Israel, volveos a Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto que ha quedado de manos de los reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová, el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.
8 Ahora, pues, no seáis tercos como vuestros padres; someteos a Jehová y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová, vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros.
9 Porque si os volvéis a Jehová, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque Jehová, vuestro Dios, es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volvéis a él».
10 Pasaron, pues, los mensajeros de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; pero se reían y burlaban de ellos.
11 Con todo, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén.
12 En Judá también estuvo la mano de Dios que les dio un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová.
13 Se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los Panes sin levadura en el mes segundo; fue una gran reunión.
14 Y levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso, y los echaron al torrente Cedrón.
15 Entonces sacrificaron la Pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas, llenos de verg@uenza, se santificaron y trajeron los holocaustos a la casa de Jehová.
16 Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre, conforme a la ley de Moisés, varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas.
17 Porque había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la Pascua por todos los que no se habían purificado, a fin de santificarlos para Jehová.
18 Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no actuaron conforme a lo que está escrito, pues comieron la Pascua sin haberse purificado. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: «Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios,
19 a Jehová, el Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación del santuario».
20 Jehová oyó a Ezequías, y sanó al pueblo.
21 Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de los Panes sin levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos resonantes a Jehová.
22 Y habló Ezequías al corazón de todos los levitas que habían mostrado buena disposición en el servicio de Jehová. Comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de paz, y dando gracias a Jehová, el Dios de sus padres.
23 Y toda aquella asamblea determinó que celebraran la fiesta por otros siete días; y la celebraron otros siete días con alegría.
24 Porque Ezequías, rey de Judá, había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y también los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas; y muchos sacerdotes ya se habían santificado.
25 Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.
26 Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén.
27 Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y fue oída su voz, y su oración llegó hasta el cielo, su santa morada.

2 Crónicas 31

1 Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, quebraron las estatuas, destruyeron las imágenes de Asera y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, así como en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo. Después regresaron todos los hijos de Israel a sus ciudades, cada uno a su posesión.

Ezequías reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas

2 Arregló Ezequías la distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos, cada uno según su oficio sacerdotal o levítico, para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz, para que ministraran, dieran gracias y alabaran dentro de las puertas de los atrios de Jehová.
3 El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y para los holocaustos de los sábados, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.
4 Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén que diera la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicaran a la ley de Jehová.
5 Cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas.
6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová, su Dios, y los depositaron en montones.
7 En el mes tercero comenzaron a apilar aquellos montones, y terminaron en el mes séptimo.
8 Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a Jehová y a su pueblo Israel.
9 Entonces preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones.
10 Y el Sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó: «Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones».
11 Por tal motivo mandó Ezequías que prepararan depósitos en la casa de Jehová. Los prepararon,
12 y en ellos metieron fielmente las primicias, los diezmos y las cosas consagradas. Nombraron a cargo de ello al levita Conanías, el principal, y Simei, su hermano, fue el segundo.
13 Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía, fueron los mayordomos al servicio de Conanías y de Simei, su hermano, por mandamiento del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la casa de Dios.
14 El levita Coré hijo de Imna, guarda de la puerta oriental, tenía a su cargo las ofrendas voluntarias para Dios, y la distribución de las ofrendas dedicadas a Jehová y las cosas santísimas.
15 A sus órdenes estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías, en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones conforme a sus grupos, lo mismo al mayor que al menor;
16 a los hombres anotados por sus genealogías, de tres años para arriba, a todos los que entraban en la casa de Jehová para desempeñar su ministerio según sus oficios y grupos.
17 También a los que eran contados entre los sacerdotes según sus casas paternas; y a los levitas de edad de veinte años para arriba, conforme a sus oficios y grupos.
18 Eran inscritos con todos sus niños, sus mujeres, sus hijos e hijas, es decir, toda la comunidad; porque con fidelidad se consagraban a las cosas santas.
19 Del mismo modo para los hijos de Aarón, sacerdotes, que estaban en los ejidos de sus ciudades, por todas las ciudades, los hombres nombrados estaban encargados de dar sus porciones a todos los hombres de entre los sacerdotes, y a todos los levitas inscritos.
20 De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová, su Dios.
21 En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la Ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.

2 Crónicas 32

Senaquerib invade a Judá

1 Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib, rey de los asirios, invadió a Judá y acampó contra las ciudades fortificadas con la intención de conquistarlas.
2 Al ver Ezequías que Senaquerib había llegado con la intención de combatir a Jerusalén,
3 consultó con sus príncipes y sus hombres valientes y les propuso cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos lo apoyaron.
4 Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: «¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan?»
5 Con ánimo resuelto edificó luego Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres y otro muro por fuera; fortificó además a Milo, en la Ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos.
6 Puso capitanes de guerra sobre el pueblo, los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y les habló al corazón, diciendo:
7 «Esforzaos y animaos; no temáis ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.
8 Con él está el brazo de carne, pero con nosotros está Jehová, nuestro Dios, para ayudarnos y pelear nuestras batallas». Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.
9 Después de esto, Senaquerib, rey de los asirios, mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén para decir a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:
10 «Así ha dicho Senaquerib, rey de los asirios: ¿En quién confiáis vosotros al resistir el sitio en Jerusalén?
11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a la muerte por hambre y sed, cuando dice: «Jehová, nuestro Dios, nos librará de manos del rey de Asiria»?
12 ¿No es Ezequías el mismo que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: «Solo delante de este altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso»?
13 ¿No habéis sabido lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de la tierra? ¿Pudieron los dioses de las naciones de esas tierras librar su tierra de mis manos?
14 ¿Qué dios hubo de entre todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis padres, que pudiera salvar a su pueblo de mis manos? ¿Cómo podrá vuestro Dios libraros de mis manos?
15 Ahora, pues, no os engañe Ezequías ni os persuada de ese modo, ni le creáis; que si ningún dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos y de las manos de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mis manos?»
16 Esto y otras cosas más hablaron sus siervos contra Jehová Dios, y contra su siervo Ezequías.
17 Además de esto escribió cartas en que blasfemaba contra Jehová, el Dios de Israel, y hablaba contra él diciendo: «Así como los dioses de las naciones de los países no pudieron librar a su pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos».
18 Entonces gritaron bien fuerte en judaico al pueblo de Jerusalén que estaba sobre los muros, para espantarlos y atemorizarlos, a fin de poder tomar la ciudad.
19 Hablaban del Dios de Jerusalén como de los dioses de los otros pueblos de la tierra, que son hechos por los hombres.

Jehová libra a Ezequías

20 Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo.
21 Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Por tanto, este volvió a su tierra avergonzado; y al entrar en el templo de su dios, lo mataron a espada sus propios hijos.
22 Así salvó Jehová a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos de Senaquerib, rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados.
23 Muchos trajeron entonces a Jerusalén ofrenda a Jehová, y ricos presentes a Ezequías, rey de Judá; el cual fue muy engrandecido delante de todas las naciones después de esto.

Enfermedad de Ezequías

24 En aquel tiempo Ezequías enfermó de muerte; y oró a Jehová, quien le respondió y le dio una señal.
25 Pero Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, por lo cual vino la ira contra él, contra Judá y Jerusalén.
26 Pero después de haberse enaltecido su corazón, Ezequías se humilló, él y los habitantes de Jerusalén; por eso no estalló sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezequías.

Ezequías recibe a los enviados de Babilonia

27 Ezequías tuvo riquezas y gloria, muchas en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables.
28 Asimismo hizo depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados.
29 Adquirió también ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran abundancia, porque Dios le había dado muchas riquezas.
30 Fue Ezequías quien cubrió los manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la Ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo.
31 Pero en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle y conocer todo lo que estaba en su corazón.

Muerte de Ezequías

32 Los demás hechos de Ezequías y sus misericordias están escritos en la profecía del profeta Isaías hijo de Amoz, en el libro de los reyes de Judá y de Israel.
33 Durmió Ezequías con sus padres y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, y lo honró en su muerte todo Judá y toda Jerusalén. Reinó en su lugar su hijo Manasés.