Introducción Pedro
Pedro pág. 459
Pedro (‘piedra’). Uno de los discípulos de Jesús que, junto a Santiago y Juan, constituían el grupo más próximo al Maestro. Fue pescador de profesión y, al aceptar la invitación de Jesús, cambió la estabilidad de su vida por seguir a Aquel que sería el Señor de toda ella.
Al ser llevado a Jesús por su hermano Andrés, fue recibido y aceptado por el Maestro, quien le cambió el nombre de Simón por Cefas, esto es, Pedro, que es con el que mejor se le conoce.
Poseía un temperamento arrebatado, estando en todo momento presto a tomar iniciativas, aunque no siempre las más prudentes.
Fue testigo de muchos milagros de Jesús. Además, afirmó en nombre de todos su certeza de la divinidad de Cristo, aunque luego fuera reprendido por Jesús por haber criticado al Señor ante su anuncio de que le esperaban sufrimientos y la muerte. Presenció la transfiguración de Jesús. Durante la última cena no quería que el Señor le lavase los pies. Cuando fue informado de que iba a negar al Maestro, afirmó que estaba listo para serle fiel hasta la muerte. Estuvo con Jesús en la angustiosa noche que Cristo experimentó en el Getsemaní, a pesar de que no logró permanecer despierto. Reaccionó con violencia cuando apresaron a Jesús, pero después huyó como el resto de sus compañeros. Negó conocerlo, como había anunciado el Maestro, y luego se apartó para llorar arrepentido. Después de la resurrección de Jesús fue al sepulcro con Juan. Estaba reunido con los otros discípulos cuando Jesús se les apareció y les demostró que los seguía amando. Estuvo presente en el momento de la ascensión del Señor y, tiempo después, participó del derramamiento del Espíritu Santo en el Pentecostés y pronunció un sermón; como resultado, tres mil personas se convirtieron al evangelio.
Fue enviado a predicar la buena nueva a un gentil, Cornelio, lo que le hizo entender que el evangelio era accesible a todos los pueblos, independientemente de su raza.
Estuvo preso y fue liberado de manera milagrosa.
En el concilio de Jerusalén, el cual fue presidido por Santiago, donde se iba a decidir si los gentiles debían o no ser circuncidados, Pedro contó su experiencia con Cornelio.
Más tarde, fue reprendido por Pablo debido a que mostró una actitud desleal hacia los gentiles (Gálatas 2: 11-14).
No hay información concreta sobre sus últimos años. Una tradición muy antigua dice que fue martirizado en Roma y fue crucificado de cabeza, por petición propia, ya que no se consideró digno de morir de la misma manera que su Maestro.