Juan 11:32-44

32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole: –Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,
34 y preguntó: –¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron: –Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró.
36 Dijeron entonces los judíos: –¡Mirad cuánto lo amaba!
37 Y algunos de ellos dijeron: –¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima.
39 Dijo Jesús: –Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: –Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.
40 Jesús le dijo: –¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: –Padre, gracias te doy por haberme oído.
42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: –¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: –Desatadlo y dejadlo ir.