Jonatán

Hombres y mujeres de la Biblia

Introducción Jonatán

Jonatán pág. 137

Jonatán (‘Jehová dio’). Hijo mayor de Saúl, poseedor de un carácter excepcional de firmeza y de principios. Como heredero al trono, al saber que Dios había escogido a David para suceder a su padre, aceptó sin protestar este hecho, fue amigo íntimo de David y protegió su vida en varias ocasiones en las que Saúl trató de matar al hijo de Isaí.

Murió junto con Saúl durante una batalla, dejando un ejemplo extraordinario de fidelidad a su padre, a pesar de que sabía que este estaba muy alejado de Dios y actuaba como un loco. Vivió una vida de fidelidad a dos polos opuestos —Saúl y David—, pero siempre con la seguridad de que el Señor tiene el derecho de conducir y elegir a los gobernantes de su pueblo.

David se entristeció profundamente cuando se enteró de la muerte de su amigo. Lloró amargamente y no descansó hasta que se le dio digna sepultura.

1 Samuel 14

1 Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl, dijo al criado que le traía las armas: «Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado». Pero no lo hizo saber a su padre.
2 Saúl se hallaba al extremo de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y las gentes que estaban con él eran como seiscientos hombres.
3 Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod hijo de Finees hijo de Elí, sacerdote de Jehová en Silo, llevaba el efod. El pueblo no sabía que Jonatán se había ido.
4 Entre los desfiladeros por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los filisteos, había un peñasco agudo de un lado, y otro del otro lado; uno se llamaba Boses y el otro Sene.
5 El primer peñasco estaba situado al norte, hacia Micmas, y el segundo al sur, hacia Gabaa.
6 Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: –Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová dar la victoria, sea con muchos o con pocos.
7 Su paje de armas le respondió: –Haz todo lo que tu corazón te dicte; ve, pues aquí estoy a tu disposición.
8 Dijo entonces Jonatán: –Vamos a pasar hacia esos hombres para que ellos nos vean.
9 Si nos dicen: «Esperad hasta que lleguemos a vosotros», entonces nos quedaremos en nuestro lugar, y no subiremos adonde están ellos.
10 Pero si nos dicen: «Subid hacia nosotros», entonces subiremos, porque Jehová los ha entregado en nuestras manos; esto nos servirá de señal.
11 Los dos se dejaron ver por la guarnición de los filisteos, y estos dijeron: «Mirad los hebreos que salen de las cavernas donde se habían escondido».
12 Y los hombres de la guarnición, dirigiéndose a Jonatán y a su paje de armas, les dijeron: «Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa». Entonces Jonatán dijo a su paje de armas: «Sube detrás de mí, porque Jehová los ha entregado en manos de Israel».
13 Subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, seguido de su paje de armas. A los que caían delante de Jonatán, su paje de armas, que iba detrás de él, los remataba.
14 En esta primera matanza que hicieron Jonatán y su paje de armas cayeron como veinte hombres, y todo en el espacio de una media yugada de tierra.
15 Cundió el pánico en el campamento y por el campo, y entre toda la gente de la guarnición; a los que habían salido en la avanzada también los asaltó el pánico, y la tierra tembló; hubo, pues, gran consternación.
16 Los centinelas de Saúl vieron desde Gabaa de Benjamín cómo la multitud estaba turbada, iba de un lado a otro y se dispersaba.
17 Entonces Saúl dijo al pueblo que estaba con él: «Pasad ahora revista y ved quién se haya ido de los nuestros». Pasaron revista, y vieron que faltaban Jonatán y su paje de armas.
18 Entonces Saúl dijo a Ahías: «Trae el Arca de Dios». Porque el Arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel.
19 Pero aconteció que mientras aún hablaba Saúl con el sacerdote, el alboroto que había en el campamento de los filisteos aumentaba, e iba creciendo cada vez más. Entonces dijo Saúl al sacerdote: «Detén tu mano».
20 Luego Saúl reunió a todo el pueblo que con él estaba y llegaron hasta el lugar de la batalla. Allí vieron que cada uno había desenvainado su espada contra su compañero y que había gran confusión.
21 Los hebreos que desde tiempo antes habían estado con los filisteos, y que desde los alrededores habían subido con ellos al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán.
22 Asimismo todos los israelitas que se habían escondido en los montes de Efraín, al oir que los filisteos huían, también los persiguieron en aquella batalla,
23 que se extendió hasta Bet-Avén. Así salvó Jehová aquel día a Israel.
24 Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día, porque Saúl había hecho jurar al pueblo, diciendo: «Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que me haya vengado de mis enemigos, sea maldito». Y nadie había probado bocado.
25 Todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo.
26 Entró, pues, el pueblo en el bosque, y vieron que allí corría la miel; pero no hubo quien la probara, porque el pueblo temía al juramento.
27 Jonatán, que no había oído cuando su padre había hecho jurar al pueblo, alargó la punta de una vara que traía en su mano, la mojó en un panal de miel y se llevó la mano a la boca. Entonces se le aclararon los ojos.
28 Uno del pueblo le habló, diciendo: –Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo: «Maldito sea el hombre que tome hoy alimento». Y el pueblo desfallecía.
29 Respondió Jonatán: –Mi padre ha turbado al país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos por haber probado un poco de esta miel.
30 ¿Cuánto más si el pueblo hubiera comido libremente hoy del botín tomado a sus enemigos? ¿No hubiera sido mayor el estrago entre los filisteos?
31 Aquel día derrotaron a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón, pero el pueblo estaba muy cansado.
32 Así que el pueblo se lanzó sobre el botín, tomaron ovejas y vacas y becerros, y los degollaron en el suelo; y el pueblo los comió con la sangre.
33 Entonces le avisaron a Saúl: –El pueblo está pecando contra Jehová, porque come carne con sangre. Él dijo: –¡Vosotros habéis sido infieles! Rodadme ahora acá una piedra grande.
34 Esparcíos por el pueblo –añadió–, y decidles que me traiga cada uno su vaca y cada cual su oveja; degolladlas aquí y comed, sin pecar contra Jehová por comer la carne con la sangre. Aquella noche cada uno llevó su propio buey y lo sacrificaron allí.
35 Edificó Saúl un altar a Jehová, y ese fue el primero que edificó a Jehová.
36 Dijo Saúl: –Descendamos esta noche contra los filisteos y los saquearemos hasta la mañana; no dejaremos de ellos ninguno. Ellos dijeron: –Haz lo que bien te parezca. Dijo luego el sacerdote: –Acerquémonos aquí a Dios.
37 Y Saúl consultó a Dios: «¿Debo descender tras los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero Jehová no le dio respuesta aquel día.
38 Entonces dijo Saúl: –Venid acá todos los principales del pueblo, averiguad y ved en qué ha consistido este pecado de hoy.
39 ¡Vive Jehová!, que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi hijo Jonatán, de seguro morirá. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiera.
40 Dijo luego a todo Israel: –Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán, mi hijo, estaremos al otro lado. –Haz lo que bien te parezca –respondió el pueblo a Saúl.
41 Entonces dijo Saúl a Jehová, Dios de Israel: –Da a conocer la verdad. La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo quedó libre.
42 Saúl dijo: –Echad suertes entre mí y mi hijo Jonatán. Y la suerte cayó sobre Jonatán.
43 Entonces Saúl dijo a Jonatán: –Cuéntame lo que has hecho. Jonatán respondió: –Ciertamente gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir?
44 Saúl le dijo: –Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si no te hago morir, Jonatán.
45 Pero el pueblo dijo a Saúl: –¿Ha de morir Jonatán, el que ha logrado esta gran victoria en Israel? ¡No será así! ¡Vive Jehová! que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, pues lo hizo con ayuda de Dios. Así el pueblo libró de morir a Jonatán.
46 Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y los filisteos se fueron a su tierra.
47 Después de haber tomado posesión del reino de Israel, Saúl hizo guerra a todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos; dondequiera que iba, salía vencedor.
48 Reunió un ejército, derrotó a Amalec y libró a Israel de manos de los que lo saqueaban.
49 Los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi y Malquisúa. Los nombres de sus dos hijas eran, el de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical.
50 El nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. El nombre del general de su ejército era Abner hijo de Ner, tío de Saúl.
51 Porque Cis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, fueron hijos de Abiel.
52 Todo el tiempo de Saúl hubo guerra encarnizada contra los filisteos; y a todo el que Saúl veía que era hombre esforzado y apto para combatir, lo reclutaba para sí.

1 Samuel 18:1-4

1 Aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.
2 Aquel día Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre.
3 Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.
4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.

1 Samuel 19:1-7

1 Habló Saúl a Jonatán, su hijo, y a todos sus siervos, para que mataran a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David,
2 y le avisó diciendo: –Mi padre Saúl procura matarte; por tanto, cuídate hasta la mañana, estáte en lugar oculto y escóndete.
3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde tú estés; hablaré de ti a mi padre y te haré saber lo que haya.
4 Jonatán habló bien de David a su padre Saúl, y le dijo: –No peque el rey contra su siervo David, porque ningún pecado ha cometido contra ti y, al contrario, sus obras han sido muy beneficiosas para ti,
5 pues él puso su vida en peligro para matar al filisteo, y Jehová le dio una gran victoria a todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente, matando a David sin causa?
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: –¡Vive Jehová!, no morirá.
7 Llamó entonces Jonatán a David y le contó todas estas palabras; él mismo llevó a David ante Saúl, y se quedó a su servicio como antes.

1 Samuel 20

1 Después huyó David de Naiot de Ramá, y fue a decirle a Jonatán: –¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi muerte?
2 Él le dijo: –De ninguna manera; no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, ni grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de ocultar mi padre este asunto? No será así.
3 David volvió a jurar, diciendo: –Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: «Que Jonatán no sepa esto, para que no se entristezca». Pero, ¡vive Jehová y vive tu alma!, que apenas estoy a un paso de la muerte.
4 Jonatán dijo a David: –Haré por ti lo que desee tu alma.
5 David respondió a Jonatán: –Mañana será la luna nueva, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; pero tú dejarás que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde.
6 Si tu padre hace mención de mí, dirás: «Me rogó mucho que lo dejara ir corriendo a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual».
7 Si él dijera: «Está bien», entonces tendrá paz tu siervo; pero si se enoja, sabrás que por su parte está decretada mi perdición.
8 Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has hecho a tu siervo contraer un pacto contigo ante Jehová; si hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta tu padre.
9 Jonatán le dijo: –Nunca te suceda tal cosa; antes bien, si me entero que mi padre ha determinado hacerte mal, ¿no te lo avisaría yo?
10 Dijo entonces David a Jonatán: –¿Quién me avisará si tu padre te responde ásperamente?
11 Jonatán dijo a David: –Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.
12 Entonces dijo Jonatán a David: –¡Jehová, Dios de Israel, sea testigo! Cuando le haya preguntado a mi padre mañana a esta hora, o pasado mañana, si todo marcha bien para con David, entonces te lo haré saber.
13 Pero si mi padre intenta hacerte mal, traiga Jehová sobre Jonatán el peor de los castigos, si no te lo hago saber para que te vayas en paz. Que Jehová esté contigo como estuvo con mi padre.
14 Si para entonces estoy vivo, usa conmigo la misericordia de Jehová, para que no muera,
15 y nunca apartes tu misericordia de mi casa. Cuando Jehová haya eliminado uno por uno a los enemigos de David de la faz de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David.
16 Así hizo Jonatán un pacto con la casa de David, diciendo: «Demándelo Jehová de manos de los enemigos de David».
17 Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque lo amaba, lo amaba como a sí mismo.
18 Luego le dijo Jonatán: –Mañana es nueva luna y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
19 Estarás, pues, tres días, y luego descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que ocurrió esto mismo, y esperarás junto a la piedra de Ezel.
20 Yo tiraré tres flechas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
21 Luego enviaré al criado, diciéndole: «Ve, busca las flechas». Si digo al criado: «Ahí están las flechas, más acá de ti, tómalas», tú vendrás, porque todo va bien para ti y nada malo sucede, ¡vive Jehová!
22 Pero si yo digo al muchacho: «Allí están las flechas, más allá de ti», vete, porque Jehová quiere que te vayas.
23 En cuanto al asunto de que tú y yo hemos hablado, esté Jehová entre nosotros dos para siempre.
24 Se escondió, pues, David en el campo, y cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a la mesa, para comer.
25 El rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared. Jonatán se levantó, se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío.
26 Pero aquel día Saúl no dijo nada, porque pensaba: «Le habrá acontecido algo y no está limpio; de seguro no está purificado».
27 Al siguiente día, el segundo día de la nueva luna, aconteció que el asiento de David se quedó también vacío. Y Saúl dijo a su hijo Jonatán: –¿Por qué no ha venido a comer hoy ni ayer el hijo de Isaí?
28 Jonatán respondió a Saúl: –David me pidió encarecidamente que lo dejara ir a Belén.
29 Me dijo: «Te ruego que me dejes ir, porque nuestra familia celebra sacrificio en la ciudad y mi hermano me lo ha demandado; por lo tanto, si he hallado gracia a tus ojos, permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos». Por esto no ha venido a la mesa del rey.
30 Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: –Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para vergüenza tuya y vergüenza de la madre que te dio a luz?
31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú ni tu reino estarán firmes. Así que manda ahora a buscarlo y tráemelo, porque ha de morir.
32 Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: –¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde comprendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David.
34 Se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira y no comió nada el segundo día de la nueva luna; pues estaba afligido a causa de David, porque su padre lo había ofendido.
35 Al otro día, de mañana, salió Jonatán al campo, con un muchacho pequeño, a la hora acordada con David.
36 Y dijo al muchacho: «Corre y busca las flechas que yo tire». Mientras el muchacho iba corriendo, él tiraba la flecha de modo que pasara más allá de él.
37 Al llegar el muchacho donde estaba la flecha que Jonatán había tirado, Jonatán le gritaba diciendo: –¿No está la flecha más allá de ti?
38 Y siguió gritando Jonatán tras el muchacho: –Corre, date prisa, no te pares. El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió adonde estaba su señor.
39 Pero de nada se enteró el muchacho; solamente Jonatán y David sabían de lo que se trataba.
40 Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho, y le dijo: «Vete y llévalas a la ciudad».
41 Cuando el muchacho se marchó, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra. Se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más.
42 Jonatán dijo entonces a David: «Vete en paz, porque ambos hemos jurado en nombre de Jehová, diciendo: «Que Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre»». Se levantó David y se fue; y Jonatán volvió a la ciudad.

1 Samuel 31

1 Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel, huyendo ante los filisteos, cayeron muertos en el monte Gilboa.
2 Los filisteos siguieron de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3 La batalla arreció contra Saúl; lo alcanzaron los flecheros y tuvo mucho miedo de ellos.
4 Entonces dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos a traspasarme y burlarse de mí». Pero su escudero no quería, pues tenía gran temor. Tomó entonces Saúl su propia espada y se echó sobre ella.
5 Al ver que Saúl había muerto, su escudero se echó también sobre su espada y murió junto con él.
6 Así murió Saúl aquel día, junto con sus tres hijos, su escudero, y todos sus hombres.
7 Los de Israel que estaban al otro lado del valle y al otro lado del Jordán, al ver que Israel había huido y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron. Luego vinieron los filisteos y habitaron en ellas.
8 Aconteció al siguiente día que, al llegar los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte Gilboa.
9 Le cortaron la cabeza y lo despojaron de las armas. Entonces enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para que llevaran las buenas noticias al templo de sus ídolos y al pueblo.
10 Pusieron sus armas en el templo de Astarot y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.
11 Cuando los de Jabes de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl,
12 todos los hombres valientes se levantaron y, caminando toda aquella noche, quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán, y llevándolos a Jabes los quemaron allí.
13 Tomaron sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes y ayunaron siete días.