Juan el Bautista

Hombres y mujeres de la Biblia

Lucas 3:1-20

1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,
2 y siendo Sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados,
4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: «Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
5 Todo valle se rellenará y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados,
6 y verá toda carne la salvaciónde Dios»».
7 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: –¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?
8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: «Tenemos a Abraham por padre», porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
9 Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego.
10 La gente le preguntaba, diciendo: –Entonces, ¿qué haremos?
11 Respondiendo, les decía: –El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.
12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: –Maestro, ¿qué haremos?
13 Él les dijo: –No exijáis más de lo que os está ordenado.
14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: –Y nosotros, ¿qué haremos? Les dijo: –No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.
15 Como el pueblo estaba a la expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo,
16 respondió Juan, diciendo a todos: –Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
17 Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá el trigo en su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
18 Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo.
19 Entonces Herodes, el tetrarca, era reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y por todas las maldades que Herodes había hecho.
20 Sobre todas ellas añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.

Juan 1:15-34

15 Juan testificó de él diciendo: «Este es de quien yo decía: «El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo»».
16 De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia,
17 porque la Ley fue dadapor medio de Moisés, pero la gracia y la verdadvinieron por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que estáen el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.
19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: –¿Quién eres tú?
20 Él confesó y no negó. Confesó: –Yo no soy el Cristo.
21 Y le preguntaron: –¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: –No soy. –¿Eres tú el Profeta? Y respondió: –No.
22 Entonces le dijeron: –¿Quién eres? Tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23 Dijo: –Yo soy «la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.
24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos.
25 Y le preguntaron diciendo: –¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?
26 Juan les respondió diciendo: –Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
27 Este es el que viene después de mí, quien es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
29 Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
30 Este es de quien yo dije: «Después de mí viene un hombre que es antes de mí, porque era primero que yo».
31 Y yo no lo conocía; pero por esto vine bautizando con agua: para que él fuera manifestado a Israel».
32 Además, Juan testificó, diciendo: «Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y que permaneció sobre él.
33 Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo».
34 Y yo lo he visto y testifico que este es el Hijo de Dios».

Mateo 3:1-17

1 En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,
2 y diciendo: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado»,
3 pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: «Voz del que clama en el desierto: «¡Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas!»»
4 Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero alrededor de su cintura, y su comida era langostas y miel silvestre.
5 Acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.
7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: «¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?
8 Producid, pues, frutos dignos de arrepentimiento,
9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: «A Abraham tenemos por padre», porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
10 Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.
11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
12 Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará».
13 Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, donde estaba Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan se le oponía, diciendo: –Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú acudes a mí?
15 Jesús le respondió: –Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.
16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió enseguida del agua, y en ese momento los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre él.
17 Y se oyó una voz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».

Mateo 11:1-11

1 Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
2 Al oir Juan en la cárcel los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos
3 a preguntarle: –¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?
4 Respondiendo Jesús, les dijo: –Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.
5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio;
6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.
7 Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver al  desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
8 ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.
9 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta,
10 porque este es de quien está escrito: «»Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti».
11 «De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

Mateo 14:1-12

1 En aquel tiempo Herodes, el tetrarca, oyó la fama de Jesús,
2 y dijo a sus criados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos y por eso actúan en él estos poderes».
3 Herodes había prendido a Juan, lo había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe,
4 porque Juan le decía: «No te está permitido tenerla».
5 Y Herodes quería matarlo, pero temía al pueblo, porque tenían a Juan por profeta.
6 Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio y agradó a Herodes,
7 por lo cual este le prometió con juramento darle todo lo que pidiera.
8 Ella, instruida primero por su madre, dijo: «Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista».
9 Entonces el rey se entristeció, pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la dieran,
10 y ordenó decapitar a Juan en la cárcel.
11 Trajeron su cabeza en un plato, se la dieron a la muchacha y ella se la entregó a su madre.
12 Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo, lo enterraron y fueron a dar la noticia a Jesús.

Introducción Juan el Bautista

Juan el Bautista pág. 443

Juan el Bautista (‘gracia o favor de Dios’). Hijo del sacerdote Zacarías y Elisabet, prima de María, madre de Jesús. Fue el precursor de Jesús que había sido anunciado por los profetas Isaías y Malaquías.

Vivió una vida de la que se sabe poco, antes de iniciar su peregrinación a la orilla del Jordán, llamando al arrepentimiento porque el reino de Dios se había acercado.

Cuestionado en cuanto a si era el Mesías, lo negó diciendo que él ni siquiera merecía llevar su calzado (Mateo 3: 11). Con gran valor desenmascaró la hipocresía de los líderes religiosos, llegando a acusar al propio Herodes por haber tomado la mujer de su hermano, cosa que ella, Herodías, no le perdonó, y no descansó hasta que logró que lo ejecutaran.

La importancia de su trabajo se pone de manifiesto a través de las palabras del mismo Jesús, quien aseguró que «entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista» (Mateo 11: 11).

Lucas 1:5-25

5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón y se llamaba Elisabet.
6 Ambos eran justos delante de Dios y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Ambos eran ya de edad avanzada.
8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios, según el orden de su clase,
9 le tocó en suerte entrar, conforme a la costumbre del sacerdocio, en el santuario del Señor para ofrecer el incienso.
10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
11 Entonces se le apareció un ángel del Señor puesto de pie a la derecha del altar del incienso.
12 Al verlo, Zacarías se turbó y lo sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le dijo: –Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabet dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan.
14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento,
15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre.
16 Hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, su Dios.
17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
18 Zacarías preguntó al ángel: –¿En qué conoceré esto?, porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada.
19 Respondiendo el ángel, le dijo: –Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.
20 Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda.
21 El pueblo, entretanto, estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que se demorara en el santuario.
22 Cuando salió, no les podía hablar; entonces comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.
23 Cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:
25 «Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres».

Lucas 1:57-66

57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.
58 Al oir los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;
60 pero su madre dijo: –¡No! Se llamará Juan.
61 Le dijeron: –¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
62 Entonces preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar.
63 Él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre». Y todos se maravillaron.
64 En ese momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a bendecir a Dios.
65 Se llenaron de temor todos sus vecinos, y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.
66 Los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: «¿Quién, pues, será este niño?» Y la mano del Señor estaba con él.